¡Hola, chicos!
Seguimos con la serie de relatos mitológicos-literarios que habéis comenzado con el “Juicio de Paris” y que vamos a completar con “Diana y Calisto”(Ovidio, Metamorfosis. II, 401-471)
Estas actividades deben estar terminadas para el 7 de marzo, 2011.
AQUILES DESCUBIERTO POR ODISEO
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Angelica Kauffman |
Sabedora de la muerte que aguardaba a Aquiles, su madre, la hija de Nereo, ocultó al héroe con ropas de mujer, y la añagaza del disfraz había engañado a todos, incluyendo a Áyax. Yo entremezclé con los abalorios femeninos unas armas para que despertaran su hombría, y aún no había el héroe arrojado las ropas de doncella, cuando le dije, mientras él empuñaba la lanza y el escudo: “Hijo de diosa, ¡para ti se te reserva la caída de Pérgamo!¿Por qué vacilas en derribar la grandiosa Troya?”.
(Ovidio, Metamorfosis, III 165-170)
La nereida Tetis, como supiera que su hijo Aquiles, el que tenía con Peleo, moriría si iba a luchar contra Troya, lo confió al rey Licomedes en la isla de Esciros. Éste lo alojaba entre sus hijas doncellas, cambiándole el nombre; pues las chicas lo llamaron "Pirra", pues era de cabellos rubios y en griego "pelirrojo" se dice pyrrhon. Por su parte, los aqueos, tras enterarse de que se ocultaba allí, enviaron legados al rey Licomedes, para pedirle que lo entregara como ayuda para los dánaos. Él, aunque les dijo que no estaba en su casa, les concedió autorización para registrar el palacio. Al no poder averiguar ellos quién era Aquiles de las chicas, Ulises colocó vestidos femeninos en la zona del zaguán, mezclando entre ellos un escudo y una lanza, y ordenó de repente que sonara el clarín y que se formara estrépito de armas y griterío. Aquiles, creyendo que el enemigo atacaba, se rasgó su vestido de mujer y agarró el escudo y la lanza. Por esto fue reconocido y prometió su propia colaboración a los argivos, así como sus soldados, los Mirmidones.
(Higino, Fábulas 96)
ACTIVIDADES:
1. ¿Qué es una nereida?
2. ¿Cómo fue descubierto Aquiles?
DEVOLUCIÓN DE BRISEIDA
[…] El rey de hombres Agamenón traiga los regalos en medio de la junta para que los vean todos los aqueos con sus propios ojos y te regocijes en el corazón; jure el Atrida, de pie entre los argivos, que nunca subió al lecho de Briseida ni yació con la misma, como es costumbre, oh rey, entre hombres y mujeres; y tú, Aquiles, procura tener en el pecho un ánimo benigno. Que luego se te ofrezca en el campamento un espléndido banquete de reconciliación, para que nada falte de lo que se te debe. Y el Atrida sea en adelante más justo con todos, pues no es nada vituperable reconciliarse con un varón de condición real, cuando uno se ha enfadado el primero.
Homero, Ilíada, Canto XIX 173-183
ACTIVIDADES:
1. Busque el significado del vocabulario que desconozca.
2. ¿Quién era Briseida?
Háblame, Musa del amado vástago de Hermes, el caprípedo, bicorne, amante del ruido, que va y viene por las arboradas praderas junto con las Ninfas, habituadas a las danzas. Caminan ellas por las cumbres de la roca, camino de cabras, invocando a Pan, el dio pastoral de espléndida cabellera, desgreñado, bajo cuya tutela se hallan todas las nevosas colinas, así como las cimas de los montes y los senderos pedregosos.
Va y viene de aquí para allá por entre los espesos breñales, atraído a veces por las suaves corrientes de un río. A veces, por el contrario, vaga por entre los escarpados roquedales, trepando hasta la más alta cima, atalaya de rebaños.
A menudo corre a través de las altas montañas de resplandeciente blancura. A menudo atraviesa por entre las laderas matando fieras, tras escrutarlas con penetrante mirada.
De vez en cuando, al atardecer, se deja oír él solo al regreso de la montería, tocando suave música con su caramillo. No lo aventajaría en sus cantos el ave que, entre las frondas de la florida primavera, difunde su lamento y derrama su melifluo canto.
Acompañándolo entonces las montaraces Ninfas de límpido canto, moviendo ágilmente sus pies sobre el venero de oscuras aguas, cantan. Y gime el eco en torno a la cima del monte.
El dios, de una parte a otra de los coros, a veces deslizándose al centro, los dispone, moviendo ágilmente los pies. Sobre su espalda lleva una rojiza piel de lince, enorgullecido en su fuero interno por los melodiosos cantos, en el suave prado donde el azafrán y el fragante jacinto se mezclan indistintos con la hierba al florecer.
Cantan a los dioses bienaventurados y al grande Olimpo. De tal modo, y, de forma señalada sobre los demás, se referían al raudo Hermes, a cómo es un veloz mensajero para los dioses todos, y cómo llego a Arcadia, pródiga en veneros, madre de ganados, donde dispone del recinto Cilenio. Allí, aunque era un dios, apacentaba ganados de áspero vellón, en el predio de un varón mortal. Pues florecía en él un lánguido deseo, que le había invadido, de unirse en amor con la ninfa de hermosos bucles, hija de Dríope.
Consiguió por fin una florida boda y ella le engendró, en sus moradas, a Hermes, un hijo, desde el primer instante prodigiosos de verse, caprípedo, bicorne, amante del ruido, de dulce sonrisa.
Huyó de un salto y abandonó al niño la nodriza, pues sintió temor cuando vio su rostro desagradable, bien barbado.
Mas el raudo Hermes lo tomó en sus brazos, acogedor. Se alegraba extraordinariamente en su fuero interno el dios. Rápidamente ganó las sedes de los inmortales, tras haber envuelto a su hijo en las espesas pieles de una liebre montaraz. Se sentó junto a Zeus y a los demás Inmortales y les presentó a su hijo. Los inmortales todos alegraron naturalmente su corazón, y en especial el báquico Dioniso. Solían llamarlo Pan porque a todos les alegró el ánimo.
Así que te saludo a ti también, soberano. Te propicio con mi canto, pero yo me acordaré además de otro canto y de ti.
(Himnos homéricos, XIX traducción de Alberto Bernabé)
ACTIVIDADES:
3. Busque el significado del vocabulario que desconozca.
4. ¿Quién era el dios Pan?
5. Describa al dios Pan, ¿con qué atributos se representa?
6. En este texto, ¿qué se dice de este dios?
7. Busque las repercusiones artísticas y literarias referidas al dios Pan.
A DIANA
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Diana de Versalles Museo del Louvre |
En Diana tenemos fe
castos niños y niñas; ya
a Diana las niñas y
castos niños cantemos.
Oh Latonia, retoño tú
alto del alto Jove, a quien
fue tu madre a parirte allá
junto a olivo de Delos,
porque fueras Señora de
montes, selvas de gran verdor,
de recónditos sotos y
rumorosos arroyos.
Te llaman Juno Lucina a ti
las que paren con su dolor,
Trivia, y por tu prestada luz
eres Luna llamada.
Diosa, en tu mensual correr
vas midiendo del año el curso
y la casa del labrador
con tus frutos la llenas.
Con el nombre que quieras tú
seas santa, y guardiana sé,
como antaño solías ser,
de la gente de Rómulo.
(Catulo, Carmina, XXXIV traducción de Rafael Herrera)
A ÁRTEMIS
Canta, musa, a Ártemis, la hermana del Certero, la virgen diseminadora de dardos, criada a la vez que Apolo, la que, tras haber abrevado sus corceles en el Melete de espesos junquerales, impulsa raudamente su carro, todo él de oro, a través de Esmirna, hasta Claros cubierta de viñedos, donde el del arco de plata, Apolo, está sentado a la espera de la certera flechadora, diseminadora de dardos.
Así que te saludo a ti también con mi canto, y a una, a las diosas todas. Que yo, lo primero a ti. Por ti comienzo a cantar. Una vez que haya comenzado por ti, pasaré a otro himno.
(Himnos homéricos IX traducción de Alberto Bernabé)
A ÁRTEMIS
Canto a Ártemis, la del arco de oro, tumultuosa, virgen veneranda, que hiere a los ciervos, que se huelga con las flechas, hermana germana de Apolo, el de la espada
de oro; la cual, deleitándose en la caza por los umbríos montes y las ventosas
cumbres, tiende su arco, todo él de oro, y arroja dolorosas flechas; y tiemblan las cumbres de las altas montañas, resuena horriblemente la umbría selva con el
bramido de las fieras y se agitan la tierra y el mar abundante en peces; y ella, con
corazón esforzado, va y viene por todas partes destruyendo la progenie de las
fieras. Mas cuando la que acecha las fieras y se complace en las flechas se ha
deleitado, regocijando su mente, desarma su arco y se va a la gran casa de su
querido hermano Febo Apolo, al rico pueblo de Delfos, para disponer el coro
hermoso de las Musas y de las Gracias. Allí, después de colgar el flexible arco y las
flechas, se pone al frente de los coros y los guía, llevando el cuerpo graciosamente
adornado; y aquellas, emitiendo su voz divina, cantan a Leto, la de hermosos
tobillos, y cómo parió hijos que tanto superan a los demás inmortales por su
inteligencia y por sus obras.
Salud, hijos de Zeus y de Leto, de hermosa cabellera; mas ya me acordaré de
vosotros y de otro canto.
(Himnos homéricos, XXVII traducción de Alberto Bernabé)
ACTIVIDADES:
1. Busque el significado del vocabulario que desconozca.
2. ¿Quiénes son Diana y Artemis?
DIANA Y CALISTO
Por su parte el padre todopoderoso pasa revista al vasto cercado de las murallas del cielo, y examina si hay en ellas algo que, menoscabado por el poder del fuego, pueda derrumbarse. Cuando ve que están intactas y con toda su solidez, dirige su mirada a la tierra y a las penalidades de los hombres. Pero es su Arcadia el objeto de sus más solícitos cuidados; restablece en ella las fuentes y los ríos que aún no se atrevían a correr, da césped a la tierra y hojas a los árboles, y ordena que las selvas destruidas reverdezcan. Durante sus frecuentes idas y venidas, queda prendado de una doncella de Nonacrís y la pasión penetra y arde bajo sus huesos. No se ocupaba ella en suavizar la lana cardándola ni en cambiar de peinado sus cabellos; una vez que un imperdible sujetaba su vestido y una cinta blanca su cabellera descuidada, y en sus manos había cogido, ya una alisada jabalina, ya el arco, era soldado de Febe y ninguna más querida que ella de la Trivia correteó nunca por el Ménalo; pero ningún privilegio es durable. Ocupaba el sol, bien alto, un lugar más allá de la mitad de su carrera, cuando penetra ella en un bosque que jamás época alguna había talado. Quitó de sus hombros la aljaba, destensó el flexible arco y se tendió en el suelo, cubierto de hierba, con el cuello descansando sobre la adornada aljaba. Cuando Júpiter la vio, cansada y sin que nadie la custodiase, dijo: "Al menos de esta aventura no se enterará mi esposa; y si se entera, sus reproches ¡merecen tanto, tanto, la pena en este caso!" En el acto toma la figura y el atavío de Diana y dice: "Oh doncella, que formas parte de mí cortejo, ¿en qué colinas has estado cazando?" La doncella se levanta del césped y dice: "Salud, divinidad superior, en mi opinión, a Júpiter, aunque él mismo me oiga." Se ríe él y oye y se alegra de que se le prefiera a sí mismo y le da en la boca besos desenfrenados e impropios de que los dé así una virgen. Cuando ella se disponía a contarle en qué selva había estando cazando, se lo impide él con sus abrazos y se delata no sin oprobio. Ella, desde luego, por su parte y todo lo que podía una mujer –¡ojalá la hubieras visto, Saturnia! Hubieras sido más benévola–, ella desde luego luchó; pero ¿a qué hombre podía vencer una muchacha, y quién podía vencer al supremo Júpiter? Triunfador se encamina Júpiter al cielo; en cuanto a ella, detestó aquel bosque y aquella espesura conocedora de su secreto, y al marchar de allí casi se olvidó de recoger la aljaba con las flechas y el arco que había colgado.
He aquí que acompañada de su séquito entra Dictina en el alto Ménalo, orgullosa de las fieras que ha abatido, y la ve, y una vez vista la llama; a sus voces huye ella, temiendo al principio que fuese Júpiter en la figura de Diana. Pero cuando vio que con ella iban las ninfas, se dio cuenta de que no había engaño y se agregó al grupo. ¡Ay, qué difícil es no delatar la culpa por la cara! Apenas levanta los ojos del suelo, y no va,. como antes solía, al lado de la diosa, ni es la primera del tropel entero en marcha. Por el contrario, permanece callada y por su sonrojo da muestras del ultraje que ha sufrido su honor; y si no fuera porque ella misma es virgen, se hubiera Diana dado cuenta de la culpa por mil indicios; dicen que las ninfas se dieron cuenta. Reaparecían los cuernos de la luna en su disco por vez novena, cuando la diosa, fatigada de cazar bajo los fuegos de su hermano, encontró una fría espesura, de donde se deslizaba con murmullo un arroyo que iba removiendo límpidas arenas. Encantada del sitio, tocó con el pie la superficie de las aguas; encantada igualmente de éstas, dijo: "Ningún testigo hay cerca; bañemos nuestros cuerpos desnudos sumergiéndolos en las transparentes aguas". Enrojeció la Parráside; todas se despojan de sus ropas: hay una que remolonea; mientras vacila le quitan el vestido, y una vez sin él, al mismo tiempo que el cuerpo desnudo quedó manifiesta la falta. Mientras ella, sobrecogida, intentaba ocultar el vientre con las manos, le dijo la Cintia: "vete lejos de aquí y no mancilles este sagrado manantial", y le ordenó apartarse de su cortejo. Ya hacía tiempo que la señorial esposa del gran Tonante se había enterado de esto, y había aplazado su cruel venganza hasta el momento oportuno. Ya no había por qué esperar, y ya un niño, Arcas, había nacido de su rival, lo que igualmente molestó a Juno. Cuando a él dirigió sus ojos y su alma furiosa, dijo: "Precisamente era esto lo que faltaba, adúltera, que concibieses y por tu parto se divulgase el ultraje y quedase atestiguado el torpe deshonor de mi Júpiter. No quedarás impune; porque te vaya quitar esa figura por la que te gustas a ti misma, descarada, y gustas a mi marido". (Ovidio, Metamorfosis. II, 401-475 Traducción de Antonio Ruiz de Elvira)
ACTIVIDADES:
1. Busque el significado del vocabulario que desconozca.
2. Resuma la historia de Diana y Calisto.
3. ¿Qué personaje de la Literatura española aparece con el nombre de Calisto?
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